Este relato nació solo. Imagenes en mi mente que fueron formando una historia. Empecé a escribirlo después de leer una entrevista a David Lynch muy interesante (salió en el pais hace poco pero no encuentro el enlace).
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Un sueño de Otoño.
Andar por las calles de Madrid una tarde de verano mientras disfrutas de un helado de pistacho y plátano en mitad de tus vacaciones. No hay nadie en las calles, la ciudad es tuya, no se escuchan ruidos y la temperatura es soportable. ¿Qué más se puede pedir?
-“(…tranquilidad, sosiego…)”
Cruzo la Castellana como si no existieran semáforos y me paro a mirar el cielo limpio y despejado que está sobre mi cabeza. Ver así el cielo en mitad de un silencio tan grande en la ciudad en la que he crecido es casi como un sueño.
-“(…no podría haberlo visto de ninguna manera…)”
No sé si es el efecto del viento suave que me refresca o el hecho de mirar al cielo, pero noto como si aquí sobre el asfalto una suave música me meciera. Tarareo la melodía y me transporta a mi infancia. Casi siento como si pudiera volar.
-“(…noto su respiración, es continua…)”
Cuando era pequeño andaba por estas calles con miedo a que me pasara cualquier cosa, o iba demasiado deprisa como para fijarme en lo que me rodeaba. No apreciaba el lugar donde vivía. Cuántas veces me he repetido esto mismo cuando estoy de viaje en una ciudad ajena. A veces me noto ridículo descubriendo detalles que desconocía hasta el momento.
-“(… he descubierto algo diferente, espera. No encaja…)”
Camino por la mitad de la calle, no hay nadie a mi derecha ni a mi izquierda. Ningún coche viene hacia mí. Estoy solo, la ciudad es mía y puedo hacer lo que quiera. Los árboles han dado sus frutos rojos, jugosos y apetecibles, como las grosellas que cultivaba mi madre en el pueblo.
-“(…necesito unas tijeras, algo para depositarlo después…)”
No sé qué tipo de árboles son estos. Una brisa se levanta con fuerza y pronto me veo rodeado por cientos de hojas de color rojizo, pálidas algunas, oscuras otras. Levanto los brazos y dejo que me susurren al oído su melodía de otoño. Vuelvo a levantar la mirada y veo que el cielo se esta cubriendo lentamente de unas apacibles nubes de color rosado y gris. El sol se está poniendo.
-“(…no parece que quiera volver, se hunde sin intentar volver…)”
Vuelvo a la acera y me siento en uno de los bancos del paseo. Quiero contemplar estos momentos de belleza y guardarlos en mi memoria para siempre. Las grosellas, las puestas de sol, las vacaciones en el pueblo con mi familia. Tengo tantos buenos recuerdos. Mientras el sol se pone voy cerrando los ojos adormilado por el tibio ambiente que me rodea. No estoy cansado, pero me apetece relajarme un rato.
-“(…un último intento, uno, dos, tres…)”
Un centelleante relámpago cruza el cielo, un trueno retumba al instante como respuesta. Abro de nuevo los ojos. Unas pequeñas gotas de agua caen ahora iluminando mi tarde perfecta con infinitos arco iris. El agua está templada y su contacto con mi piel me adormece. Otro relámpago, pero no hay trueno. La tormenta se aleja dejando destellos eléctricos a su paso e iluminando un cielo perfecto, casi imposible.
-“(… esto se ha acabado, avisen a la familia…)”
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1 comment:
Muy bueno. Me ha encantado
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