Al grano. A continuación os pego el principio de un relato cuya idea original pertenece a Dakini y como le prometí, este es el principio del relato sobre su experiencia. Aparte he querido darle esta orientación porque mucha gente me ha dicho que el relato de "Tiempo Perdido" Es demasiado evidente desde el principio. [mucha gente son dos personas, y ya es bastante :P]
--------------------------------------------------------------------------------
Puesta a punto.
Esta mañana me he despertado sobresaltado y muy desorientado. Mi memoria me falla, porque no tengo muy claro cuando me acosté y que es lo que hice ayer. Si se que hoy debe ser sábado y parece temprano, o al menos eso indica mi reloj.
Me senté en la cama intentando ordenar mis pensamientos, intentando recordar. Tengo vagos recuerdos pero no logro centrar en mi cabeza lo que hice. Siendo viernes, he debido ir a la oficina, pero no me acuerdo de lo que allí hice. Esto no es tan raro. Soy programador y mis días se parecen mucho los unos a los otros así que muchas veces confundo las fechas.
Compruebo que todo esté en su sitio. No tengo heridas, de hecho me siento bastante descansado, y mi casa parece la de siempre, todo normal. Mi ropa de ayer por el suelo, todos mis trastos desperdigados por mi habitación y mi ordenador encendido, debería barrer y recoger en general. Como siempre. Como las persianas están cerradas, la luz azulada del salvapantallas que tengo puesto es la única iluminación que hay. Soluciono eso y abro una ventana. Hace un buen día.
Al rato de pensar en mi falta de memoria, dejo de darle importancia y me voy a la cocina a prepararme un café. Parece que ayer si me acordé de comprar leche. Mi café y yo nos vamos al salón y me siento delante del balcón que da a la calle. Los calidos rayos de sol que entran por mi ventana me dan los buenos días. No se que hice ayer, pero fuera lo que fuera, me ha sentado de miedo. Es el primer sábado que me levanto por la mañana y me siento con ganas de hacer algo. Generalmente las mañanas de los fines de semana me las paso durmiendo.
Como hace un día perfecto y me encuentro bastante contento, me doy una ducha rápida, me visto y salgo a pasear. La verdad es que andar por la calle y fijarse en el mundo que te rodea está muy bien. ¿Hace cuanto que no hacía esto? La verdad es que la diferencia entre ser feliz y estar triste me parece ahora un simple problema de actitud.
Camino un rato hasta que llego a la Plaza de España. Cuantas veces al día debo pasar por aquí y nunca me he parado a sentarme un rato a descansar ahí. Es tan fácil corregir eso. La hierba está ligeramente húmeda por que la acaban de regar. Ayer no hubiera querido sentarme pero hoy la sensación de frescor me relaja. Todo está muy verde y la gente parece que va a otro ritmo, mas pausado. Mejor. Involuntariamente sonrio.
Cuando quiero darme cuenta, ha pasado casi una hora. Estoy tan contento aquí solo, sentado entre unas cuantas personas, entre el murmullo de sus conversaciones apreciando lo que me rodea que el tiempo ha pasado como una exhalación. Quiero más.
Me levanto y sacudo mis pantalones y cuando me dispongo a marcharme veo algo que me llama la atención. Sentada en uno de los bancos de la plaza, una chica llora sola mientras garabatea algo en un cuadernillo. La curiosidad me impulsa a acercarme, pero antes de llegar, un hombre de mediana edad se acerca a la chica y le pide un folio de papel. Estoy lo bastante cerca como para oír lo que dice y las palabras desatan en mi un recuerdo que tenía olvidado. El hombre dice exactamente: “¿Me regalas una hoja en blanco?”. La chica asiente y le da la hoja. Después el hombre se sienta a su lado durante un momento mirando con intensidad la hoja, se levanta sin haber escrito nada en ella y le dice a la chica: “A veces me siento inspirado”. Y se va.
Mi recuerdo se desata por que a mi me paso algo muy parecido hace no demasiado. Me acuerdo de las palabras por que lo normal para mi es que el hombre me hubiera pedido una hoja “prestada” y no regalada. Además las despedida parece una formula porque es la misma que usó conmigo.
Ahora todo se hace más claro en mis recuerdos. Ayer. Ayer yo me dirigía al trabajo como tantas veces he hecho, y de alguna manera estaba triste… Como tantas veces lo he estado. No os lo he dicho, pero mi vida no ha sido para nada gratificante. A lo largo de todos estos años no he conseguido nada que me llene de verdad.
Estaba sentado en mi asiento de mi vagón del tren que cojo todos los días, diseñando las tablas para una base de datos que estoy preparando ahora sobre entrada y salida de productos perecederos de un almacén de alimentos con un gran volumen de negocio. Algo emocionante, podéis creerme… Entonces me ocurrió este mismo episodio que os acabo de describir, las mismas palabras y mi memoria desaparece del todo después de esto.
La misteriosa persona se estaba alejando y decidí que si quería saber algo más sobre lo que me había pasado, debía seguir a ese personaje.
Continuará
Esta mañana me he despertado sobresaltado y muy desorientado. Mi memoria me falla, porque no tengo muy claro cuando me acosté y que es lo que hice ayer. Si se que hoy debe ser sábado y parece temprano, o al menos eso indica mi reloj.
Me senté en la cama intentando ordenar mis pensamientos, intentando recordar. Tengo vagos recuerdos pero no logro centrar en mi cabeza lo que hice. Siendo viernes, he debido ir a la oficina, pero no me acuerdo de lo que allí hice. Esto no es tan raro. Soy programador y mis días se parecen mucho los unos a los otros así que muchas veces confundo las fechas.
Compruebo que todo esté en su sitio. No tengo heridas, de hecho me siento bastante descansado, y mi casa parece la de siempre, todo normal. Mi ropa de ayer por el suelo, todos mis trastos desperdigados por mi habitación y mi ordenador encendido, debería barrer y recoger en general. Como siempre. Como las persianas están cerradas, la luz azulada del salvapantallas que tengo puesto es la única iluminación que hay. Soluciono eso y abro una ventana. Hace un buen día.
Al rato de pensar en mi falta de memoria, dejo de darle importancia y me voy a la cocina a prepararme un café. Parece que ayer si me acordé de comprar leche. Mi café y yo nos vamos al salón y me siento delante del balcón que da a la calle. Los calidos rayos de sol que entran por mi ventana me dan los buenos días. No se que hice ayer, pero fuera lo que fuera, me ha sentado de miedo. Es el primer sábado que me levanto por la mañana y me siento con ganas de hacer algo. Generalmente las mañanas de los fines de semana me las paso durmiendo.
Como hace un día perfecto y me encuentro bastante contento, me doy una ducha rápida, me visto y salgo a pasear. La verdad es que andar por la calle y fijarse en el mundo que te rodea está muy bien. ¿Hace cuanto que no hacía esto? La verdad es que la diferencia entre ser feliz y estar triste me parece ahora un simple problema de actitud.
Camino un rato hasta que llego a la Plaza de España. Cuantas veces al día debo pasar por aquí y nunca me he parado a sentarme un rato a descansar ahí. Es tan fácil corregir eso. La hierba está ligeramente húmeda por que la acaban de regar. Ayer no hubiera querido sentarme pero hoy la sensación de frescor me relaja. Todo está muy verde y la gente parece que va a otro ritmo, mas pausado. Mejor. Involuntariamente sonrio.
Cuando quiero darme cuenta, ha pasado casi una hora. Estoy tan contento aquí solo, sentado entre unas cuantas personas, entre el murmullo de sus conversaciones apreciando lo que me rodea que el tiempo ha pasado como una exhalación. Quiero más.
Me levanto y sacudo mis pantalones y cuando me dispongo a marcharme veo algo que me llama la atención. Sentada en uno de los bancos de la plaza, una chica llora sola mientras garabatea algo en un cuadernillo. La curiosidad me impulsa a acercarme, pero antes de llegar, un hombre de mediana edad se acerca a la chica y le pide un folio de papel. Estoy lo bastante cerca como para oír lo que dice y las palabras desatan en mi un recuerdo que tenía olvidado. El hombre dice exactamente: “¿Me regalas una hoja en blanco?”. La chica asiente y le da la hoja. Después el hombre se sienta a su lado durante un momento mirando con intensidad la hoja, se levanta sin haber escrito nada en ella y le dice a la chica: “A veces me siento inspirado”. Y se va.
Mi recuerdo se desata por que a mi me paso algo muy parecido hace no demasiado. Me acuerdo de las palabras por que lo normal para mi es que el hombre me hubiera pedido una hoja “prestada” y no regalada. Además las despedida parece una formula porque es la misma que usó conmigo.
Ahora todo se hace más claro en mis recuerdos. Ayer. Ayer yo me dirigía al trabajo como tantas veces he hecho, y de alguna manera estaba triste… Como tantas veces lo he estado. No os lo he dicho, pero mi vida no ha sido para nada gratificante. A lo largo de todos estos años no he conseguido nada que me llene de verdad.
Estaba sentado en mi asiento de mi vagón del tren que cojo todos los días, diseñando las tablas para una base de datos que estoy preparando ahora sobre entrada y salida de productos perecederos de un almacén de alimentos con un gran volumen de negocio. Algo emocionante, podéis creerme… Entonces me ocurrió este mismo episodio que os acabo de describir, las mismas palabras y mi memoria desaparece del todo después de esto.
La misteriosa persona se estaba alejando y decidí que si quería saber algo más sobre lo que me había pasado, debía seguir a ese personaje.
Continuará
No comments:
Post a Comment