Thursday, March 15, 2007

Y de repente...



No hay nada como tener un pequeño aliciente para sentarte a escribir, aunque sea algo pequeño como lo que estoy publicando. La verdad sea dicha... entre unas cosas y otras tengo un pequeño bloqueo, tengo ideas pero no para un relato corto, lo que escribo se extiende y se extiende y es imposible matizarlo en unos parrafos o en un par de páginas.




Un final imprevisto.

Se que no lo entiendes y no, no quiero el libro, no podría leer ni una página. ¿Te he contado alguna vez como me gusta leer a mí? ¿No? Bueno, estoy aquí postrado en esta cama y no parece que me vaya a levantar en los próximos días y a ti te obligan a quedarte a mi lado por si intento matarme.

Lo que yo hago para poder concentrarme en la lectura es salir a la calle, enchufar mi aparato de música y caminar. Aparte, no se caminar si no es escuchando música y con la cabeza metida en lo que sea que tenga a mano para leer. Puedes llamarlo circulo vicioso si quieres.

Los obstáculos los suelo esquivar ya casi intuitivamente, aunque tengo mis métodos. Bolardo, giro de cadera. Otro bolardo, giro de cadera. Mancha sospechosa en el suelo, pequeño saltito, el truco está en estar atento a la visión periférica. Tiene que ser todo un espectáculo verme andar por la calle. Tengo la clara impresión de que alegro la mañana a más de uno del barrio.

Si la calle está demasiado transitada y cabe la posibilidad de chocarme frontalmente con alguien, suelo acogerme a la espalda de un desconocido y me sincronizo con él para mantenerme a la misma distancia siempre. Él esquiva por la derecha, yo detrás. Se para súbitamente, me detengo. Esto me es extremadamente útil en los cruces y me ayuda a respetar los semáforos. Más de una vez he notado cierta suspicacia hacia mi persecución, pero con cambiar de espalda basta.

He probado a leer de otras maneras más comunes pero ésta es la única que me funciona. Sentado en un parque siempre acabo por cansarme. El sofá de mi casa es cómodo pero adolece del mismo defecto que un parque cualquiera, me aburre. Escojo un cómic, un libro, un manual, algo y salgo a mover las piernas. ¿Es acaso tan raro?

Cuento todo esto, porque creo que hace falta una explicación a lo que me ha pasado, de otra manera no se puede entender que haya hecho lo que he hecho. Y te repito que no estoy loco ni estaba deprimido…

¿Cómo quieres que supiera que el tipo quería saltar delante del autobús?