Sunday, October 29, 2006

Varianza

Para cambiar un poco el estilo de mi blog y usar el espacio web que me regala mi proveedor [que ya era hora] he colgado una pequeña pieza de flash que hice el jueves pasado.

Pues eso, que lo disfruteis xDD

http://personales.ya.com/zafyro/minicorto.htm

Sunday, October 15, 2006

Volver

Un micro relato de doscientas palabras. Hace poco presenté el primer relato minusculo que hice ["Desaparecer" http://zafyro.blogspot.com/2006_03_01_zafyro_archive.html] a un concurso de relatos de no más de 200 palabras.
Si teneis algo que presentar no dudeis en hacerme la competencia. ;)
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Volver

Como todos los días, entro en mi casa y mecánicamente realizo mis pequeños rituales. Las llaves en el cajón de la alacena de madera, el abrigo lo cuelgo solitario en el perchero, me quito los zapatos y acaricio la cabeza de mi gato que ya está frotándose en mis piernas.

Está lloviendo. Lluvia fría y gruesa de tormenta de verano que empapa el ambiente e impregna el aire de olores frescos. Enciendo las luces del pasillo y pongo un poco de música, algo clásico para relajarme mientras preparo la cena. La sexta de Beethoven.

Me siento en mi sofá favorito y dejo que mi cabeza vuele un poco con la música. Suena el timbre del horno y me preparo para cenar. Pollo con pimientos, cebolla y puerro, regado con un Protos joven y muy sabroso.

Sentado a la mesa, termino mi cena. Ha sobrado la mitad de la bandeja y más de media botella de vino. Me quedo en la silla quieto mirando la pared de mi salón. Unas marcas rectangulares delatan la ausencia de algunas fotografías que antes decoraron ese muro. El maullido de mi gato me despierta y empiezo a recoger los restos.

Sigue lloviendo. Ella ya no está.

Wednesday, October 04, 2006

El anticuario

Este cuento es un sincero homenaje a uno de mis autores favoritos Roald Dahl. Además es el relato que he presentado a concurso en el pixel de oro, prestigioso galardón que en caso de ganar irá a mis vitrinas virtuales. Para aquellos que quieran presentarse al afamado concurso os dejo aquí un enlace.
La foto claro esta, es de marcoticos.
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El anticuario.







La tienda de antigüedades de David Francesco, La Caja de Sorpresas, era conocida en toda la capital por la excelencia de sus materiales. La tienda, de pequeñas dimensiones, estaba siempre abarrotada de increíbles piezas de mobiliario. El aún joven Don Francesco se había labrado una impresionante reputación al ser capaz de encontrar, en su muy breve vida de anticuario, autenticas piezas de arte sin que nadie supiera de dónde o cómo las conseguía.

D. Francesco había citado hace una semana en reunión privada a tres de sus más cercanos amigos. Cuando al caer la tarde tres figuras se acercaron a la tienda, Marcos, el Asistente de D. David, abrió la puerta para que pasaran. Una vez entraron, cerró la candada a medias para dar a entender que la tienda ya no estaba abierta al público.

-Antonio, Ana y Paloma. Llegáis puntuales como nunca. Pasad y acomodaros, Tengo que contaros algo que os sorprenderá.

David les recibió sentado en una magnífica silla estilo Chippendale inclinada sobre solo dos de sus patas mientras apoyaba las piernas cruzadas encima su escritorio.

- Como te gusta el misterio David. -Ana esbozaba una amplia sonrisa, sabía de buena tinta que uno de los motivos por los cuales David la había invitado era para cortejarla.

-Dios mío, no me digas que la silla es auténtica. ¿No es auténtica verdad cariño? Antonio era un apasionado de las antigüedades. A duras penas podía soportar como era maltratado uno de los muebles de su ebanista favorito.

-Lo hace sólo para molestarte Antonio, no le sigas el juego. Él tampoco se arriesgaría a estropear la silla si lo fuera.

-Claro que no es auténtica. –David se levanto de la silla y les indicó que se acercaran a él con un gesto conspiratorio. Una vez cerca les dijo susurrando. -Tenéis que permitirme que os diga que hoy estáis particularmente arrebatadores, ¿Cómo lo hacéis para conservaros tan bien?

-Eres un terrible adulador, no estamos ni la mitad de elegantes que tú, parece que por ti no pasan los años en absoluto bribón. -Ana se había sonrojado casi inmediatamente.

-Deja ya los susurros, nos tienes en ascuas, hace una semana que esperamos para que nos cuentes de qué trata todo este misterio. ¿Por qué es tan importante que vengamos hoy aquí? Podrías haber quedado con mi hermana a solas y ya está. -Paloma no pudo reprimir una mueca de sorna, aunque era un secreto a voces lo de su David con su hermana, sabía muy bien que a él le molestaba que se comentara en voz alta.

-No seas mala cariño, déja que se explique…

-Si Paloma, déjame hablar y veras como no te decepciono. ¿Alguna vez no he cumplido con vuestras expectativas? -Los orgullosos ojos de David se movían de un lado a otro un poco inquietos. -Os he traído aquí para contaros una historia y haceros una proposición, pero antes… -David hizo sonar la campanilla que tenía siempre sobre su escritorio y su asistente apareció casi al instante portando una bandeja plateada, cuatro copas de finísimo cristal y una exótica botella de vino tinto.

-Puedes marcharte por ahora Marcos. Recuerda que mañana a primera hora alguien dejará un paquete de gran importancia. Deberás colocarlo antes de levantar las rejas junto a los maniquíes del escaparate. Traerán también unos vestidos de época para que prepares la escena habitual.

Tras efectuar una cortés reverencia y sin decir una palabra Marcos se alejó del grupo y salió discretamente de la tienda.

-Tu asistente es una joya, está siempre en su sitio.

-No creas Ana, he tenido que adoctrinarle con severidad. Lo más difícil fue hacer que tuviera un poco de educación al hablar con los clientes.

-Un gran trabajo entonces, es difícil que la gente comprenda su posición social. ¿Se ha perdido un poco el respeto a las clases verdad?

-Permíteme que te interrumpa cariño, veo que la botella ya está abierta y creo que deberíamos saborear el vino mientras escuchamos la historia que David quiere contarnos. -Antonio tenía entre sus manos la botella de vino y la estaba examinando con delicadeza y muchísima atención. El vino era su otra pasión, un detalle que colocaba a Paloma en una alejada tercera posición en sus intereses.

-Siempre pensando en lo mismo mi amor.

-El vino debe esperar, no es un vino cualquiera. Creo que preferiréis escuchar mi historia antes de decidir si queréis beberlo o no. -David extendió su mano señalando tres sillas colocadas delante de su escritorio, se sentó y les miró de una manera tal, que dejaba pie a poca réplica.

Los tres invitados se sentaron y, por primera vez en la noche, esperaron atentos para saber qué es lo que David les tenía que contar.

- Hace apenas una semana, justo antes de que os llamara, hice una visita a uno de los lugares donde suelo ir para encontrar mis pequeñas joyas…

-¿Nos vas a explicar entonces tu secreto? ¿Es por eso que nos has llamado? -Antonio apenas podía ocultar su ansiedad.

-Si tenéis paciencia acabaré por contarlo, sí. Si me interrumpes así otra vez creo que no lo haré. Antonio se calló inmediatamente e hizo un apresurado gesto de disculpa para que David continuara.

-…Hace una semana, como os decía, en uno de estos lugares, encontré una pieza increíble, una Cómoda Regènce de una gran calidad, aunque un poco maltratada por el tiempo. -David hizo una pequeña pausa para ver como Antonio se retorcía en la silla de expectación, sabía que no hace demasiado tiempo se había subastado una pieza similar por más de veinticinco mil euros. -Esta tienda, es un pequeño bazar árabe dentro de uno de los barrios más marginales de la ciudad. Los inmigrantes llegan a nuestra ciudad desde donde sea que vienen con todos sus enseres, y cuando descubren que éste no es el paraíso prometido, van vendiendo sus viejos muebles de madera al peso a tenderos que, en la mayoría de los casos, no saben lo que compran. El dueño de la tienda, un marroquí con el que he hecho negocios otras veces, me llevó directo a la pieza y estuvimos regateando. Acordamos que le pagaría mil quinientos euros. -Otra pausa de efecto para ver como su compañero tragaba saliva al escuchar la cifra. -Aún así, pensé que mil quinientos era demasiado caro para pagárselo a un moro. Si aceptaba darle tanto dinero no podría hacer este tipo de negocios otras veces en mejores condiciones, así que decidí tirar un poco más de la cuerda y le ofrecí sólo la mitad, setecientos cincuenta euros. “No es posible, no es posible, demasiado barato”, me decía el infeliz. Estuvimos discutiendo un rato más y el morito acabó por amenazarme. Me dijo que sabía que yo vendía estos mismos muebles a un precio mucho más caro, que se lo contaría a todos sus compañeros y nunca volvería a hacer negocio allí.

-Estos moros, no se puede confiar en ellos. -Paula estaba indignada. Ana por su parte estaba algo confundida, para ella pagar setecientos cincuenta euros por una cómoda ya era muy caro.

-Eso pensé yo, así que le dije que si no quería problemas con la policía, más le valía tener la boca cerrada. Sabéis que soy una persona razonable, pero cuando me encuentro con gentuza tan descarada e insolente no puedo reprimirme. Le amenacé tanto con mis influencias, que definitivamente se acobardó y aceptó lo que le ofrecía. Es más, tanto me ofendí por la actitud del tipejo que me dirigí a la salida prometiéndole que me pensaría lo de la denuncia.

-¡Bien hecho!, ése se llevó lo que se merecía por insolente. ¿Le has denunciado ya?

-No Ana, no. Pretendía hacerlo, pero cuando estaba llegando a la puerta el pobre morito me ofreció un regalo a cambio de mi indulgencia. Una botella de vino, esta botella de vino. Me dijo que podía quedármela y sólo me pedía que si me gustaba no le denunciara. Tendríais que haberle visto, todo humillación, no se atrevió a mirarme a los ojos mientras andaba inclinado hacia mí y mantenía la botella por encima de su cabeza.

-¿Tan especial es el vino? Antonio tenía ahora un brillo expectante en los ojos y miraba alternativamente a la botella y a su amigo David.

-Mucho más de lo que pensáis. Para lo que viene a continuación, necesito vuestra completa atención. Recordad que no es un engaño y que os lo podré demostrar. Debéis tener fe en mí, he engañado a mucha gente, pero nunca a vosotros.

-Continúa, prestaremos atención a lo que nos digas. Paula afirmó esto con seguridad y los otros dos asintieron con la cabeza.

-Esa misma noche, en mi casa, me preparé para descorchar la botella. Como véis la etiqueta está escrita en árabe así que, para tener referencias sobre la misma, no me quedaba otra solución que probarla. Cuando el tapón salió del cuello de la botella, un olor dulzón invadió la habitación y tuve la sensación de que alguien bajaba la intensidad de las luces. Una voz profunda me habló directamente desde la botella y aunque mis oídos no entendían el lenguaje, comprendía cada palabra que era pronunciada. Esa voz se anunció como Emir Kâbus el Ifrit, creo que es un nombre en turco, aunque no sé bien qué significa. Me dijo que llevaba prisionero en esa botella durante más de un milenio y que recompensaría a aquellos que le liberaran cumpliendo uno de sus deseos.

Los tres amigos contemplaban a David lívidos, A él nunca le habían gustado las historias fantásticas y no era dado a mentir excepto cuando se trataba de negocios. Entendiendo que era el momento de hacer una demostración, David alargó la mano hacia la botella y retiró el corcho con el mayor de los cuidados. La sala quedó inmediatamente en penumbras y un olor azucarado e intenso invadió la habitación.

-Tuve una conversación con la criatura, y negocie cuál sería mi deseo y las condiciones en las que me sería otorgado. El deseo sería concedido a aquellos que bebieran de la botella conmigo y la criatura quedaría liberada en ese mismo momento.

-¿Y qué es lo que has pedido para aquéllos que consuman el vino? -Ana realizó la pregunta, pero se la quitó de los labios a sus dos compañeros. En su cabeza no cabían ya dudas sobre la veracidad de lo que David les estaba contando.

-Juventud y vida eterna para aquellos que le liberen de la maldición. Estaremos por encima de todos. Antonio y Paloma disfrutarán de una vida inmortal. Tú y yo Ana...
- David saco una pequeña cajita y la abrió mostrando un anillo dorado en cuyo centro había un enorme diamante tallado en forma de corazón. -Estaremos juntos para siempre.

Ana acercó la mano lentamente mientras miraba a su hermana sorprendida y emocionada. David le deslizó suavemente el anillo por su dedo.

-¿Qué decís, querréis viajar conmigo a través de los siglos?

Como si fueran una sola persona, los cuatro levantaron las copas y David las llenó con el líquido espeso y rojo que había en la botella.

-Juntos, en la eternidad y la juventud. Juntos para siempre. -El cristal chocó completando el brindis, y los cuatro vaciaron sus copas al unísono.

Al día siguiente, Marcos entró en la tienda dispuesto a trabajar, como todas las mañanas, bajo el tiránico yugo de su jefe. Si no fuera por que pagaba moderadamente bien, hace tiempo que le hubiera dejado.

En mitad de la tienda, encontró lo que supuso que era el paquete al que Don Francesco se había referido la noche anterior. No entendía mucho de este negocio pero, ¿para qué quería el ilustre anticuario cuatro maniquíes más?