Wednesday, April 19, 2006

coger un taxi III

Esta es la última parte de un relato. Las anteriores están mas abajo¡¡¡

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Quedando claro entonces los problemas que tenemos hasta el momento en el cual decidimos detener a un taxi, o al menos los problemas que a mí me entraña dicha tarea, podemos pasar a un nuevo mundo de complicaciones. El taxista.

No quiero decir con esto que el gremio de taxistas sea de poca confianza, está claro que la culpa es siempre de unas pocas manzanas podridas que dan mala fama a toda la cesta, las ovejas negras del rebaño, las excepciones que confirman la regla… Aunque si se hiciera una encuesta preguntando por los objetos/ entidades/ personas más odiadas estoy seguro que saldrían Hacienda, SGAE y el gremio de los taxistas, por ese orden. Total, entre ovejas negras, manzanas no muy sanas y excepciones, al final son bastantes taxistas de dudoso honor.

Ya tiene que ser doloroso para los miembros de un gremio tan extenso como el de los conductores de taxi para que les comparen con la SGAE. Para los que no lo sepan, la SGAE es la Sociedad General de Autores y Editores. Detrás de este inocuo acrónimo, se esconde una de las organizaciones más poderosas desde que se disolviera el muy polémico gremio de transportistas en los Estados Unidos. Su auto impuesta misión es la de representar allá donde estuvieran a todos los, músicos, guionistas, escritores, fotógrafos, cineastas, todos están bajo el paraguas protector de la entidad. Aunque no lo sepan o no quieran.

Con gran sacrificio, la entidad se esfuerza por cobrar los derechos de autor de, como se dice ahora, todos y todas. El lema es: “si la melodía se reconoce, paga”. Ya es costumbre el habitual desembolso en bodas y bautizos para poder poner a Bisbal en los postres, y no pasa ya de anecdótico la habitual visita del agente SGAE al bar de turno advirtiendo de las consecuencias de poner música “sin licencia”, pero tengo entendido que van a situar escuchadores profesionales en las esquinas para vigilar a los músicos no profesionales. Ir silbando una alegre melodía va a dejar de resultar gratuito.

Volviendo al tema que nos incumbe, el gremio de los taxistas. La verdad es que han intentado colármela de todas las maneras posibles, aunque para desgracia suya soy un hombre prevenido y nunca me desprendo de mi bastón. Han intentado pasarme billetes falsos, han intentado convencerme del autentico valor de uno u otro billete, cosa difícil pues la casa de la moneda y yo coincidimos en tener eso muy claro, etc.… Se puede decir que a nivel de engaño directo han tenido escasa suerte, al menos conmigo, aunque lo han intentado repetidas veces.

Lo que es el engaño indirecto, ahí me han pillado muchas más veces. Existen dos casos completamente extremos que recuerdo especialmente bien.

El primero ocurrió un día después de que un taxista, a causa de unas obras, lograra darme una vuelta suficientemente grande como para cobrarme más de 10 euros en un trayecto que normalmente no cuesta más de 5. Estando tan escaldado y lleno de dudas, pasé la mañana hablando con amigos de confianza que me indicaron el estado actual de las obras de la telaraña madrileña y pude así calcular el trayecto más indicado, redactando por mi cuenta un pequeño informe de las obras madrileñas.

El susodicho taxista me acepto como pasajero y yo le indique la dirección. Aquel día como añadido yo portaba una maleta de considerable tamaño puesto que desde la oficina pensaba marchar al aeropuerto. Este es otro dato adicional, no hay nada más atractivo para un taxista que un extranjero o una maleta. Es muy divertido ver como en la parada del aeropuerto los taxistas amagan avanzar la línea en cuanto reconocen a un foráneo, como si imitaran a Cruz y Raya. Si no es por no llevarte, si hay que llevarte se te lleva a donde quieras, pero es que tu sabes por donde se va y el guiri americano que tienes detrás de ti no. El hecho es que la presencia de una maleta suele indicar un largo recorrido y pelo de color rubio o unos ojos rasgados lo certifican.

La cosa es que yo acababa de montarme en el taxi y me puse cómodo y bien centrado en el asiento para tener espacio. El viaje comenzó de la manera habitual, en silencio y entonces, y como me aburría bastante y el taxista no se animaba a emprender la charla, le lancé mi “Frase Patentada Para Iniciar Conversacionestm”. “Buff, como está la cosa ¿eh?” Pueden probarlo, con un taxista nunca falla. Las respuestas suelen ser muy variadas. En general son extensas y en muchos casos airadas. Los taxistas tienen las cosas muy claras, si formaran un partido político y ganaran las elecciones lo solucionaban todo en un par de meses seguro. Supongo que lo primero sería bajar el precio de la gasolina, y si esto no es posible, invadir algún país.

Mi taxista en particular empezó a hablarme de épocas mejores, donde todo funcionaba como debía, se cometían menos errores y se hablaba más de la política en general o del estado del partido que no de la crisis de resultados y de los miembros de la plantilla. Tardé unos minutos en descubrir que me hablaba de fútbol, en particular del Real Madrid. Tal vez lo más divertido fue la conclusión de su extensa queja; “Al menos no soy del Atlético”. Y es que siempre puede ser peor.

Sin escapar tanto de la anécdota, no tardé en descubrir que el amigo conductor estaba desviándose por las calles mas insospechadas, aproveche para hacerle algunas preguntas con bastante malicia, al estilo: ¿por aquí es mas rápido?, o ¿no será mejor ir por este otro lado? Pero sus respuestas eran tan confiadas y convincentes que le dejé hacer, por ver lo descarado que podía llegar a ser.

Al llegar a mi destino, la cuenta ascendía a 12 €, y juro que estaba dispuesto a pagarlos por el entretenido monologo que me habían regalado durante el viaje, pero la ambición es siempre la perdición del hombre, y a la hora de hacerme las cuentas dijo: “Son doce euros mas dos euros por las maletas, total de catorce euros”. “Las maletas ya no se cobran buen hombre” le dije yo, y la respuesta que me dio es la que me convenció para revolverme un poco del timo, no importa lo entretenido que hubiera sido su análisis de sociedad. “Eso no se sabe” me dijo con toda tranquilidad. “Se sabe muy bien” le respondí, “Y si estamos dudando de este tipo de cosas, lo que voy a hacer es pagarle los 5 euros que me cuesta el trayecto todos los días no los 12 que me está cobrando”. Por no alargarme, diré que la conversación a partir de este punto derivó un poco y para los más curiosos añadiré que no tuve que darle ningún toque de atención y que durante la conversación se hizo un exhaustivo recuento de los familiares de cada uno de nosotros, sobre todo nuestros padres.

Respecto a la otra anécdota, bueno, ya habrá quedado claro que para mi, el taxi es en parte un desahogo. Me resuelve más viajar en taxi que ir al teatro. Las historias son más reales. Son grandes conversadores los taxistas y siempre preferibles a los chóferes que aunque tienen, como podría decirse, muchos mas años en barrica, dan menos pie a la sorpresa del paladar.
Aprecio a los taxistas con gran detalle, y se distinguir uno bueno taxista de uno malo en menos de 30 segundos de comentarios, me he vuelto un somelier de los conductores de alquiler. El caso es que este segundo taxista resulto ser un conductor muy cauto, con una conducción segura en la primera impresión y con suavidad a lo largo del trayecto. Picante en los comentarios y agudo en la reflexión posterior. Un poco impetuoso en su entrada al dialogo pero estable en el discurso.

Como iba contando, este taxista era maestro. Volvíamos del aeropuerto a altas horas de la noche, volviendo yo de regreso de uno de mis numerosos viajes, me encanta viajar, y logró sin parecer que así lo hacía llevarme por una ruta que hacía un extenso rodeo. Es más, en su trayecto logró captar todos los semáforos en rojo y las dos veces que se desvió para usar una calle más pequeña, nos encontramos con un camión de la basura. El despliegue de sutiles artimañas fue tal que apenas me di cuenta de lo que ocurría envuelto en su intensa conversación y suave conducir. Creo que hablábamos de la edificación masiva en la costa, Marbella y los difuntos de los ediles de estos pueblos costeros, eran un tema recurrente en la conversación. El hecho es que al final del recorrido, dándome cuenta de lo que había ocurrido, no dude en pagar los 20 euros que me pedía si no que le deje abundante propina y le despedí con lagrimas en los ojos y aplaudiendo.

En resumen a diferencia de lo que pueda parecer. Viajar en taxi no es una tarea sencilla.

2 comments:

Luxxor said...

Me encanta el protagonista, un rompetechos con gigantismo. Definitivamente tiene potencial.

Este relato me recuerda un montón, salvando las distancias, a Eduardo Mendoza. Y si no te parece suficiente piropo, no te ajunto y no respiro.

Muy curioso el ataque a cuchillo contra la SGAE sin venir a cuento, ¿qué te han hecho que tanto te escuece?

zafyro said...

Bueno, 4 comentarios en una sola tacada... tevas a quedar sin relatos que leer en breve. Como piropo me parece estupendo, lo cierto es que acababa deleerme un libro suyo xD el mítico, buscando a Grub (¿se llama así?).

A los de la SGAE les tengo de todo menos cariño, nada personal en particular, puedo decir que incluso he trabajado para ellos, es simplemente un ataque por principios... Pero son años trabajando en el sector audiovisual como para que ciertas cosas te toquen (como que en la producción de un disco sea más caro pagar el CANON que duplicar un CD)